Anfitriones de Airbnb contra NYC
Cientos de propietarios de viviendas de alquileres cortos en Nueva York se han agrupado en el marco del movimiento RHOAR (Restore Homeowner Autonomy and Rights). Quieren volver a poder publicar sus propiedades en Airbnb.
RHOAR se formó en respuesta a la Ley Local 18 de Nueva York, que obliga a los propietarios de alquileres de corta duración a registrarse como anfitriones. Para actuar dentro del marco legal, los propietarios solo pueden proponer y aceptar reservas de menos de 30 días al año y deben estar presentes durante las estadías de sus huéspedes. El movimiento fue creado por Margenett Moore-Roberts, una consultora que ya se había destacado por promover hace unos años la oficina de diversidad inclusiva de Yahoo. El grupo está formado por unos 550 propietarios de viviendas unifamiliares y bifamiliares de los cinco distritos de la ciudad.
Margenett Moore-Roberts afirma que los integrantes de RHOAR forman una “gran variedad de personas que han estado utilizando el alquiler a corto plazo como un medio para complementar sus ingresos mensuales con el fin de permitirse el lujo de sus hogares”.
Se reunieron con el alcalde de Nueva York y con más de 30 miembros del consejo municipal para aportar sus testimonios sobre el impacto de la ley y para pedir cambios a las autoridades. La creadora del grupo advirtió públicamente en recientes declaraciones que “al enfrentarse a una reducción significativa de sus ingresos, algunos de los propietarios afectados han tenido que tomar decisiones difíciles. Estamos perdiendo esta batalla y, en algunos casos, la gente está perdiendo su casa”.
En su campaña para revertir la actual legislación muy restrictiva, citó algunos ejemplos como una pareja de ancianos del Bronx que podría perder su casa de 30 años; un propietario discapacitado que había dependido de los ingresos por alquiler a corto plazo para pagar su hipoteca; y otro propietario que ahora tiene que desalojar su casa en verano para obtener ingresos por alquiler.
Para estar en regla con la legislación, Airbnb y las demás plataformas han bloqueado a los anfitriones cuyas propiedades no están registradas. Algunos dueños se arriesgan a alternativas ilegales como publicaciones en Craigslist o Facebook Marketplace, que pueden llegar a suponer riesgos para los propietarios. Margenett Moore-Roberts precisa en cuanto a este punto que “cuando se hace algo tan dramático como las regulaciones que se han puesto en marcha, la gente se ve obligada a tomar medidas desesperadas para mantener sus hogares”. Si bien cree que la Ley 18 es necesaria y hasta útil para luchar contra el sobreturismo y el incremento de los alquileres, quiere aportarle modificaciones.
El propósito de las autoridades fue combatir la oferta de algunos grandes promotores que habían constituido “hoteles ilegales”; mejorar la calidad de vida en los barrios de la ciudad; e impulsar perspectivas de vivienda asequible. La activista sigue declarando que “necesitamos cierta regulación, pero para los propietarios de viviendas unifamiliares y bifamiliares -personas que ofrecen alquileres de corta duración en las casas en las que viven como medio para llegar a fin de mes- la ley va demasiado lejos. Lo que pedimos es que se revise”.
Antes de la pandemia, había hasta 30.000 anfitriones de alquileres a corto plazo en Nueva York que solo poseían un apartamento. Sacaban del mercado 20.000 o 30.000 unidades de vivienda, mientras Nueva York está en una situación crónica de crisis inmobiliaria. Al mismo tiempo, edificios de clase B (según la nomenclatura de la ciudad es la que incluye hoteles, casas de alojamiento, dormitorios universitarios, etc) no están sujetos a la ley y entran en esta categoría algunos edificios de apartamentos, que los dueños sí pueden publicar en Airbnb legalmente. Es uno de los puntos que quiere revisar RHOAR: los condominios no se ven afectados por la Ley Local 18 para atraer a los compradores que quieren continuar con los negocios de alquiler a corto plazo. Su fundadora precisa que “tienen un acceso ilimitado y una vía rápida a todas las oportunidades de ingresos que los propietarios de una o dos viviendas perdieron. A nosotros nos cerraron la puerta de golpe, pero a otros se la abrieron”.