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Pasaportes sanitarios, una competencia poco saludable

Hasta hace poco tiempo los llamados “pasaportes sanitarios digitales” se revelaban como la solución más práctica para la reactivación de los viajes, en especial de negocios. Hoy, a puertas de culminar el año, una multiplicidad de iniciativas de este tipo, independientes y desarmonizadas, está diluyendo la esperanza de los actores de la industria.

Desde que la OMS declaró el estado de pandemia a mediados de marzo pasado, mucho se ha dicho y especulado, quizás con mucha premura, sobre las soluciones, estrategias y caminos a seguir por la industria turística para hacerle frente a una crisis de la que, en ese momento, pocos sospechaban su verdadera dimensión. Desde la vapuleada “reinvención”, que a principios del año invitaba a empresas de décadas de trayectoria a “reinventarse” para no desaparecer, hasta iniciativas más concretas como la estandarización de protocolos de bioseguridad y programas masivos de pruebas, hoy no está claro cuál puede ser el factor definitivo para la reactivación de los viajes, más allá de una vacuna eficaz, masificada y confiable para todos los países.

En ese contexto, hasta hace poco los flamantes pasaportes sanitarios o pasaportes digitales de salud (digital health pass) se revelaban como una solución eficaz y confiable en la medida que garantizan, con cierta seguridad, que los pasajeros de un vuelo determinado están completamente libres de la Covid.

El más difundido es el CommonPass, que fue probado por un par de aerolíneas en octubre y desde esa fecha no hubo tregua en el surgimiento de otros productos que prometen su operatividad.

Si bien la variedad de oferta suele ser positiva, muchas opciones logran el efecto inverso y eso es lo que está pasando en el turismo. Los actores en el sector de viajes corporativos están menos entusiasmados con los “pases digitales de salud”, concretamente por la falta de armonía en los requisitos de las diferentes opciones.

¿Cómo funcionan?

CommonPass, al igual que otras aplicaciones, proporciona un código QR que evidencia la ausencia del virus, ya que alberga datos de los resultados de laboratorio y registros de vacunación, entre otros requerimientos  de los países para autorizar el ingreso de viajeros.

United Airlines y Cathay Pacific fueron las primeras en poner a prueba el esquema, pero a fines de noviembre JetBlue, Lufthansa, Swiss International y Virgin Atlantic se unieron al CommonTrust Network. Posteriormente Airport Council International (ACI), que representa a 2.000 aeropuertos, también se inscribió. Incluso la IATA también lanzó su propio Travel Pass el 23 de noviembre, asociada con International Airlines Group (IAG), que probará el pase hacia final de este año, antes de lanzarlo en el primer trimestre de 2021.

Una de las pruebas más recientes involucra al aeropuerto Fiumicino de Roma, que realiza vuelos con pruebas negativas hacia y desde Estados Unidos, operados por Delta Air Lines y Alitalia. La compañía italiana optó por el pasaporte de salud digital ICC AOKpass, utilizado previamente para reabrir los vuelos en Abu Dhabi y Pakistán, entre otros.

¿Cuál es el problema?

Con tantas iniciativas en marcha podría pensarse que las empresas y corporaciones han empezado a recuperar la confianza en los viajes. La realidad es que aunque algunas tienen fe en la solución, una buena parte no confía en su eficacia y practicidad precisamente por la diversidad de iniciativas existentes: en vez de dar la percepción de un estándar serio que responde a criterios científicos, esta proliferación parece hablar de una desordenada competencia económica.  

Los proveedores de pasaportes sanitarios son como los laboratorios que producen vacunas: todos se esfuerzan para encontrar primero una solución.

“Hay tantos pasaportes en este momento, tantas disparidades entre los gobiernos y las aerolíneas que eso crea problemas. Desafortunadamente no existe una medida única para todos”, manifestó Mark Cuschieri, presidente de la junta europea de la Global Business Travel Association (GBTA)

El directivo reveló que hoy por hoy la discusión en el seno de la élite de los viajes de negocios es cómo reactivar los viajes de manera segura y la única solución es una que sirva al viajero, mas allá de los intereses.

“Esto no es atacar a ninguna compañía que esté preparando pasaportes. La preocupación es que crean confusión ¿Qué aplicación necesito si voy a una determinada aerolínea o voy a un determinado mercado, y ese gobierno no acepta ese proceso de verificación? Ese es el desafío que estamos viendo hoy”, comentó Cuschieri.

La incertidumbre es el obstáculo a superar. Los requisitos cambian muy rápidamente y no están armonizados, incluso dentro de los países y, ciertamente, la variedad de pasaportes sanitarios no ayuda.

El futuro con pasaportes sanitarios

Al margen de los desafíos actuales sobre la adopción de pasaportes de este tipo, los expertos de salud aseguran que demostrarán su valor a largo plazo. Ese objetivo parece por ahora difícil de alcanzar con los gobiernos exigiendo diferentes requisitos y desconfiando de los parámetros de otros. Al parecer, llegará primero la vacuna contra la Covid-19 que la estandarización y reconocimiento mutuo de las pruebas. No en vano recientemente el CEO de Qantas, Alan Joyce, causó cierto escozor con su comentario “no vax, no fly”.

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