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En todos lados, la fiesta continúa

Los argentinos vemos por TV las fiestas, concentraciones de gente, las playas con el público ignorando las recomendaciones para evitar contagios. Algunos se preocupan, mientras que otros toman con naturalidad y argumentan la defensa de los derechos individuales. Claro que ninguno se pregunta hasta donde llegan los derechos de los que violan las recomendaciones y empiezan los de los demás, contribuyendo a la propagación del virus.

Lamentablemente no es solo patrimonio nuestro el violar las prevenciones. La prensa mexicana reflejo como en Puerto Vallarta, conocido por sus celebraciones de Navidad que llenan las calles con locales y turistas de todo el mundo, especialmente de los EE.UU.

Este año, la ciudad cancelo y prohibió oficialmente los eventos y reuniones de cualquier tipo, pero a pesar de los esfuerzos de las autoridades, los turistas encontraron formas de divertirse, violando las normas.

El gobierno de Jalisco, anunció que implementaría actualizaciones a su plan de recuperación Covid-19 , incluido el cierre de todos los bares y clubes nocturnos a las 7 pm del 25 de diciembre al 10 de enero. Resulta que las reglas eran tan fáciles de hacer, como de eludir.

La mayoría de los establecimientos implementaron y llevaron a cabo los protocolos de capacidad limitada, gel desinfectante y barbijos pero para las  vísperas de Año Nuevo fue un desastre.

Si bien los establecimientos cancelaron las fiestas que debían celebrarse en Puerto Vallarta propiamente dicho, los organizadores de las fiestas encontraron formas de eludir las nuevas reglas, incluida la mudanza de fiestas al vecino estado de Nayarit, que tenía diferentes regulaciones. Los shuttles de autobuses estaban disponibles desde la Zona Romántica de Puerto Vallarta hasta las fiestas. Y aunque se anunciaron máscaras de cortesía para todos, las fotos de los eventos en las redes sociales muestran que no se hizo cumplir su uso. 

Sin que se rompan las reglas específicamente en Puerto Vallarta, las autoridades no pudieron actuar pese a que estaban al tanto de todos los eventos planificados y se mantuvieron preparadas para responder de manera oportuna en caso de que se llevara a cabo alguna actividad en oposición a los mandatos locales pero la gente busco lugares para desahogarse.

“No les importa y quieren divertirse, así que están encontrando lugares donde pueden hacerlo, y están empujando esos lugares más allá de lo que incluso están permitiendo “, expresaba consternada una enfermera

México ha tomado la decisión de permanecer abierto al turismo, sin restricciones, con el argumento que no hay recursos para cerrar la economía. No se implementaron cheques de estímulo o asistencia social, así que el argumento empresarial fue “¿encierran a los dueños de negocios locales y trabajadores en sus hogares para que mueran de hambre?”. Igual que aquí.

Lo que plantea la pregunta es si puede haber un equilibrio.  ¿Puede haber una forma de mantener la economía en marcha pero también de mantener bajo el riesgo? Ese ha sido el objetivo de todos los protocolos de seguridad y salud. Pero tanto como un destino y sus establecimientos pueden cumplir con las reglas, los turistas deben hacer lo mismo y la aplicación de las reglas debe ser parte de eso.

Viajar durante una pandemia es una elección personal, y depende de cada persona su sentido del riesgo y nivel de comodidad.

Es difícil decir cuáles serán los efectos a largo plazo de las fiestas pero los aumentos en los Estados Unidos como entre los locales no se detienen. Puerto Vallarta informa que sus números de Covid-19 aún son manejables, a pesar de los informes de que los hospitales de Puerto Vallarta están desbordados. El Hospital Regional está al 30% de su capacidad y la unidad Covid-19 equipada con respiradores artificiales está al 62% de su capacidad

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