Es necesario supervizar cómo las aerolíneas utilizan los datos de reconocimiento facial
La pandemia ha profundizado el interés del sector de la aviación en la tecnología de reconocimiento facial para proporcionar una forma más sin contacto de procesar a los pasajeros, pero el uso de esa tecnología debe venir acompañado de controles sobre cómo se implementa. En los Estados Unidos, la oficina responsable del cuidado de los datos personales encontró resistencia por parte de las compañías cuando se trata de auditarlas para la seguridad de los datos biométricos de pasajeros.
La Aduana ha implementado tecnología de reconocimiento facial en 27 aeropuertos para los viajeros que salen de los EE. UU. y en 18 para los que llegan. El sistema permitió reconocer a más de 16 millones de viajeros y la agencia informo que la tecnología ayudó a identificar solo a 7 impostores, entre 2017 y 2019.
La supervisión del funcionamiento es fundamental para el reconocimiento facial pero las regulaciones de USA no permiten a las compañías que almacenen fotos o las utilicen con fines comerciales. Pero sin auditoría, ¿quién controla que las aerolíneas destruyan las imágenes y datos que capturan?
La falta de controles sobre la seguridad de los datos es el punto central ya que la falta de auditorías de seguridad no dan certezas sobre si aerolíneas y aeropuertos toman las precauciones de ciberseguridad adecuadas para evitar que nadie acceda a las bases de datos.
Hasta hoy no es obligación que los ciudadanos estadounidenses proporcionen identificadores biométricos al entrar o salir del país. Pero si el gobierno alguna vez lo exige, tendrá que hacer algo para garantizar las mejores prácticas para la gestión de datos por parte de sus equipos, aerolíneas y aeropuertos.
Si bien las aerolíneas y los aeropuertos dicen estar implementando sus propios planes biométricos, organizaciones defensoras de los derechos humanos y algunos escépticos descartan las preocupaciones sobre la preservación de la privacidad de los datos involucrados en el reconocimiento facial ya que son de gran valor y merecen un mayor escrutinio. Si un ladrón de identidad roba una contraseña, puede usar una cuenta ajena, pero si “roban” la cara, solo tenemos una.