American Airlines: la crisis continúa

A diferencia de sus principales competidores, las perspectivas de American Airlines para 2021 son bastante más cautelosas, marcadas por una demanda que aún no reacciona y la amenaza de posibles pruebas para vuelos domésticos en Estados Unidos. El resultado es una inminente ola de nuevos despidos.

Y es que las perspectivas hoy distan mucho de las planteadas en septiembre pasado, cuando las aerolíneas pidieron al Congreso, aparentemente por última vez, ayudas millonarias para evitar despidos de personal. Hoy las “licencias involuntarias” están nuevamente sobre la mesa, mientras los sindicatos negocian con la administración Biden la posibilidad de otra ronda de apoyo a la nómina para la primavera.

La razón no es otra que una desalentadora desaceleración de la recuperación de la demanda aérea. Los datos de la TSA revelaron que el 26 de enero pasado se registraron solo 468.933 pasajeros diarios, el número más bajo desde julio.

En general, la perspectiva de los operadores estadounidenses y de otros países pinta un panorama sombrío para los actuales meses de invierno. Con el lento avance de la vacunación y las altas tasas de infecciones y muertes por Covid-19, no se espera ninguna mejora en el primer trimestre respecto al cuarto trimestre.

Y el verano parece no ser diferente. En el caso de American Airlines se espera un aumento de la demanda para esos meses y no para abril, pero “eso no ha sucedido todavía”, manifestó su CEO, Doug Parker y reveló que de seguir la situación así, la aerolínea “tendrá que abordar” sus niveles de personal.

El efecto de las pruebas nacionales

A ello se suman los nuevos requisitos de pruebas para viajes internacionales que están deprimiendo las reservas para México y el Caribe, así como la implementación de las mismas pruebas para vuelos de cabotaje en Estados Unidos, lo que podría ser “un golpe aplastante” para la industria aérea y afectaría las previsiones más optimistas de otras aerolíneas.

Con evidencia de menor propagación del Covid-19 a raíz de la exigencia de pruebas (se cita el caso Hawái), el CDC dijo la semana pasada que “estaba mirando activamente” la posibilidad de un requisito de prueba Covid-19 para vuelos nacionales, un mandato al que podrían oponerse las aerolíneas. “Las pruebas nacionales… parecen ser algo que sería difícil y nos haría probar a los estadounidenses en aviones que sabemos que son seguros”, dijo Parker cuando se le preguntó sobre la posibilidad.

Ante este panorama el camino para AA no es otro que apuntar a las eficiencias o ahorros estructurales, en donde los recortes de personal y licencias voluntarias representan una porción considerable, pero no son el único camino. La renovación de flota es un factor fundamental. AA retiró en 2020 unos 136 aviones, entre ellos todos sus Airbus A330 y Boeing 757 y 767, que eventualmente serán reemplazados por nuevos modelos Boeing 737 Max y 787, muchos de estos con más asientos.

Según manifestó el director de Ingresos de la aerolínea, Vasu Raja, “para cuando lleguemos a diciembre, tenemos la capacidad de producir capacidad de nivel 2019 en aproximadamente 110 aviones menos”, lo que sin duda es un ahorro operativo excepcional. La aerolínea ya ha reducido permanentemente los gastos anuales en aproximadamente 500 millones de dólares durante la crisis.