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¿Una inflación de 17.000 %?

Es lo que debieron enfrentar los precios de los pasajes de avión en la Argentina en tan solo cuatro años, entre fines de 2020 y 2023. 

Las preocupaciones de los argentinos este verano, vacaciones aparte, están enfocadas en la inflación y la evolución de dos variables: precios y dólar. Por si fuera necesario, recordemos que la inflación tuvo un avance del 25,5 % mensual en diciembre, y se espera que enero ronde en torno a un 20 % mensual. Y según un informe de Iván Cachanosky para la universidad ESEADE, “el nivel de precios continuará elevado por los aumentos que se vienen en los próximos meses. Febrero arrancó con un incremento en las naftas, en torno al 11 %”.

¿Y el turismo? ¿Bien, gracias? Sabemos el impacto de la actividad en el PIB, de modo que recuperar la conectividad y respaldar la iniciativa privada —desde la gastronomía al transporte y la hotelería— debería resultar en una mejora en todos los ámbitos, incluyendo la creación de empleo genuino.

El Gobierno de Javier Milei y su DNU se focalizaron sobre la eliminación del registro de agentes de viaje, la política de cielos abiertos y la derogación del fondo de fideicomiso de turismo estudiantil, entre otras medidas que estuvieron —y siguen estando— en el ojo de la tormenta.

Es muy pronto para analizar el impacto que estas medidas puedan tener. Pero mirando retrospectivamente, tenemos en 2019 un ingreso de 2,7 millones de turistas extranjeros por vía aérea, en tanto en 2023 fueron 2,4 millones. 

Es decir, la Argentina no logró recuperar o superar el receptivo que tenía en 2019, siendo que tiene un tipo de cambio muy competitivo para el viajero del exterior y vivió un episodio sin precedentes de turismo de compras: ¿quizás hay que apuntar a la conectividad como problema? En cuanto al emisivo, en 2019 salieron 3,7 millones de argentinos y, en 2023, 2,7 millones. Una vez más, al margen del tipo de cambio y las medidas de desaliento, ¿no habría que mirar a la conectividad?

Un reciente artículo periodístico firmado por Damián Di Pace ejemplificaba el panorama con estas cifras: “En 2019, un vuelo desde Buenos Aires hacia Iguazú tenía un costo de AR$ 1.300, mientras que hoy ese valor se incrementó a AR$ 229.127, es decir, un aumento de 17.525 % en tan solo cinco años. Para el caso de Bariloche, veremos que se pasó de pagar en 2019 un precio de AR$ 1.500 a AR$ 180.758, mostrando así un incremento de 11.951 %”.

Y continúa con los vuelos internacionales: “Si el destino es Estados Unidos, el valor del pasaje en 2019 era de AR$ 31.800 (US$ 530) y hoy en el 2024 este valor es de AR$ 1.086.600 (US$ 815), mostrando un incremento del 3.317 %”.

Incluso tomando otros parámetros (vuelos más caros en 2019 o más baratos en 2023) la inflación a nivel conectividad sigue siendo notable, y representa un impacto negativo en una actividad que representa casi el 9 % en el PIB de nuestro país.

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