Con menos pasajeros, las compañías bajan sus precios
Concientización ecológica, inflación, riesgos geopolíticos, mayores ofertas para viajar en tren: todo se combina para una merma de viajeros en los aeropuertos europeos. Las empresas deben rever sus tarifas y varias ya anticipan que no cumplirán con sus objetivos financieros anuales.
Es la dura ley de la oferta y la demanda: a menos clientes, precios más bajos. Tras dos años de una rápida recuperación postpandemia, la creciente oferta de plazas fue acompañada por un incremento sostenido de precios. Quizás se haya llegado a un punto de saturación o un nivel en el cual los viajeros no les pueden seguir el ritmo a las subas impuestas por las empresas. También entran en juego otros factores. El calor excesivo actual en el hemisferio norte muestra que el clima está irremediablemente dañado y grandes grupos de ciudadanos culpan y se alejan del avión. Al mismo tiempo, mucha gente teme una escalada de los conflictos en curso, desde Venezuela hasta Gaza e Irán. Tampoco ayudan los JO de París 2024, un destino fácilmente alcanzable en tren desde los principales centros urbanos de Europa occidental, donde está la gran mayoría de los clientes de las empresas aéreas.
Sea una razón, sea la otra, la oferta está actualmente superando la demanda este verano en Europa y en América del Norte. Los agentes advierten que se producen interesantes rebajas en los precios de los pasajes. Esta tendencia ya había empezado durante la primavera del hemisferio norte, con promociones llamativas hacia destinos que habitualmente tienen una fuerte demanda, como Grecia o Canadá.
Las empresas aéreas están preocupadas y no llegan a llenar sus aviones. Muchas anunciaron que sus márgenes se van erosionando y que presentarán un balance de fin de año menos jugoso de lo previsto. Una de las primeras en confirmarlo fue Lufthansa, el pasado 22 de julio, cuando sus directivos comentaron que la empresa es “particularmente afectada por los retos que plantea la evolución negativa del mercado”. La falta de pasajeros afecta también la todopoderosa low cost irlandesa Ryanair, que publicó unas ganancias netas trimestrales reducidas casi a la mitad. Bajó sus tarifas en un 15 % interanual a lo largo de los últimos meses y el CEO Michael O’Leary declaró: “La gente viaja, pero cada vez tenemos que hacer más recortes para llenar nuestros aviones”.
Otro ejemplo: el margen operativo trimestral de Air France-KLM cayó más de tres puntos en relación con 2023. Además, en su caso, precisó que los Juegos Olímpicos de París previsiblemente le provocarán un déficit estimado en 200 millones de euros. En un país como Francia, donde se prohibieron los vuelos cortos que pueden ser suplantados por el tren, la Dirección General de Aviación Civil avisó que los precios bajaron más de un 5 % en junio sobre las muy rentables rutas transatlánticas, entre Francia y América del Norte.
Desde Estados Unidos también se nota la misma tendencia y el Banco de la Reserva Federal de Saint Louis (uno de los 12 pilares del sistema federal bancario de Estados Unidos) el índice de precios de los billetes de avión desde ciudades estadounidenses no había estado tan bajo desde el mes de junio de 2009. American Airlines, que ya había emitido un profit warning a finales de mayo, reiteró a fines de julio que existe un “desequilibrio de la oferta y la demanda a nivel nacional”.
Esta conjunción de factores provoca la aparición de tarifas que “nunca habíamos visto en temporada alta” -según se comenta en las agencias- sobre rutas transatlánticas, para un mes de agosto, que suele ser de mucha demanda y de precios altos. Si bien la tendencia sigue siendo positiva, las empresas deberán hacer un esfuerzo tarifario para volver a seducir a una parte de sus clientes. El año pasado la IATA anunció una ganancia global de US$ 27.400 millones entre todos sus socios. El organismo esperaba superar la meta de los 30.000 millones este año, con 4.960 millones de pasajeros (fueron 4.540 millones en 2019).