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“Queremos parques llenos de gente que los conozca, los disfrute y los defienda”

Nahuel Celerier, Jefe de Gabinete de Parques Nacionales, detalla cómo están transformando la gestión turística en las áreas protegidas. Simplificación de normas, mejora de la infraestructura e impulso a nuevas experiencias para atraer más visitantes.

Desde hace un año, la Administración de Parques Nacionales impulsa un cambio de paradigma: dejar atrás la visión que enfrentaba conservación y turismo, y promover un modelo donde ambos vayan de la mano. Nahuel Celerier, Jefe de Gabinete del organismo, explica en esta entrevista cómo avanzan hacia una gestión más abierta, eficiente y con mayor presencia del público en los parques nacionales. El foco está puesto en facilitar el ingreso de nuevos prestadores turísticos, mejorar la infraestructura de uso público y asegurar la sustentabilidad ambiental. 

Desde el inicio de su gestión, uno de los objetivos fue acercar más gente a los parques nacionales. ¿Qué buscaban modificar?

Queríamos superar una visión vetusta que ponía al turismo como enemigo de la conservación. Durante años, bajo la bandera de preservar, se hizo poco: se frenaba el desarrollo en nombre del ambiente, pero en realidad se terminaba dejando todo como estaba, sin mejoras ni control. Nosotros creemos que cuanta más gente conozca los parques, más gente va a querer protegerlos. Y para eso necesitamos infraestructura, reglas claras y una relación fluida entre Estado y prestadores turísticos.

¿Qué cambios concretos hicieron para mejorar esa relación?

Lo primero fue simplificar una normativa muy enredada. Había una “maraña” de regulaciones acumuladas por años, con requisitos redundantes y muchas contradicciones. Junto al Ministerio de Desregulación, conducido por Federico Sturzenegger, trabajamos en un régimen nuevo que tiene procedimientos más ágiles y plazos claros. Por ejemplo, ahora cada intendencia tiene un máximo de 10 días para responder si un prestador puede ofrecer su servicio. Eso antes no existía.

No queremos repetir la situación que encontramos al iniciar nuestra gestión. Había una desarticulación total del control. La coordinación de concesiones en la Casa Central de Parques estaba vacía desde hacía tiempo. No se supervisaba cómo operaban los privados. Estamos revirtiendo eso: más turismo, sí, pero con más control. Queremos reglas claras y cumplimiento para todos.

Y al mismo tiempo, estamos dispuestos a defender la soberanía de los parques. Son de todos los argentinos y no pueden usarse para intereses particulares. Logramos, por ejemplo, un desalojo muy significativo en el Parque Nacional Los Alerces, donde se había usurpado una seccional de guardaparques. También revocamos permisos de uso indebido, como el que tenían ciertos gremios. Eso no tiene nada que ver con la misión de Parques Nacionales. La neutralidad en la gestión pública es fundamental.

¿Ya se ven efectos concretos de esta nueva política?

Sí, aunque la norma entra en vigencia en estos días, ya se han presentado nuevas propuestas de servicios. Un caso claro es el glaciar Perito Moreno: había un solo prestador y los precios eran altísimos, 300 o 400 dólares por una caminata. Con el nuevo régimen, ya hay interesados en ofrecer alternativas, y eso va a generar más competencia y mejores precios para los visitantes.

¿El interés de los prestadores se concentra en los parques más conocidos?

En general, sí. Es proporcional a la cantidad de visitantes. Por eso estamos focalizando en lugares como Tierra del Fuego o Nahuel Huapi, donde vemos potencial para nuevas concesiones que incluyan gastronomía, trekking, ciclismo y más. Pero también estamos viendo propuestas en parques menos visitados, como Los Cardones en Salta, con iniciativas de glamping y astroturismo. Queremos poner en valor esos paisajes espectaculares que aún no están en el radar masivo.

¿Estas acciones van acompañadas de inversiones públicas en infraestructura?

Absolutamente. Un ejemplo es El Chaltén, que ahora empezó a cobrar entrada. Con esa recaudación ya financiamos una obra de 1.500 millones de pesos para mejorar accesos, seccionales, baños y portales. Además, rediseñamos senderos con expertos de Estados Unidos para distribuir mejor la carga turística y facilitar rescates, porque en El Chaltén ha habido muchos accidentes. Sin inversión, el turismo desordenado daña el ambiente, y eso también es dejar de conservar.

¿Cómo se asegura que aumentar el incremento de las visitas no ponga en riesgo la sustentabilidad de los parques?

Con planificación y respeto por los planes de gestión. Cada parque tiene o debe tener uno, donde se analiza la capacidad de carga: cuántos visitantes puede recibir una zona sin deteriorarse. Hay que monitorear y actuar con base en esos datos. Nuestro enfoque es equilibrar conservación y uso público, pero sin improvisar.

¿Se están creando nuevos parques? ¿Qué pasa con proyectos como Patagonia Azul?

Hay proyectos en análisis, y en algunos casos hemos dado conformidad, como con Patagonia Azul. Pero somos muy cautelosos: creemos que hay que cuidar bien lo que ya tenemos antes de ampliar. Hay 39 parques nacionales y muchos necesitan aún mejoras. Por eso, antes de declarar nuevas áreas protegidas, evaluamos si contamos con los recursos y si hay valores de conservación suficientes.

¿Cuál es el horizonte para los próximos meses?

Queremos que más argentinos y más visitantes del mundo conozcan nuestros parques, que vivan experiencias inolvidables y que, al hacerlo, se conviertan en defensores de nuestro patrimonio natural. El turismo bien planificado es una herramienta de desarrollo y de conservación. Y creemos que la Argentina tiene uno de los sistemas de áreas protegidas más espectaculares del planeta, que merece ser mostrado al mundo.

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