El astroturismo se consolida como tendencia para las vacaciones de invierno
Civitatis detecta un aumento en la demanda de experiencias que combinan naturaleza, ciencia y contemplación. Los cielos de Argentina, Chile y Uruguay se posicionan entre los más atractivos del Cono Sur para disfrutar del universo a simple vista.
Además de la nieve, las escapadas urbanas y los clásicos del turismo invernal, una nueva tendencia gana cada vez más terreno entre los viajeros que buscan experiencias memorables: el astroturismo, una modalidad que combina observación del cielo nocturno, divulgación científica y contacto con entornos naturales únicos. Según datos de Civitatis, la plataforma online especializada en actividades, excursiones y visitas guiadas en español en todo el mundo, la demanda de este tipo de propuestas se ha intensificado en los últimos inviernos, especialmente en Argentina, Chile y Uruguay, donde el cielo despejado, la baja contaminación lumínica y las noches largas ofrecen condiciones ideales para observar el universo.
“Observamos un interés creciente por experiencias que trascienden el turismo convencional. El astroturismo ofrece una conexión con la naturaleza y un componente educativo, ideal para familias que viajan con niños durante las vacaciones escolares”, explica Nicolás Posse, Country Manager de Civitatis en Argentina y Business Development para Chile y Uruguay.
Los mejores destinos para contemplar el cielo
En línea con esta tendencia, Civitatis elaboró una selección de destinos del Cono Sur ideales para el astroturismo, donde se pueden combinar actividades recreativas, aprendizaje y paisajes imponentes:
– Desierto de Atacama (Chile)
Reconocido internacionalmente por tener uno de los cielos más limpios y despejados del planeta, Atacama es un ícono del turismo astronómico. Las excursiones incluyen charlas introductorias, uso de telescopios de alta gama y la posibilidad de identificar planetas, galaxias y constelaciones.
– Playa El Doradillo (Puerto Madryn, Argentina)
A pocos kilómetros de Puerto Madryn, esta playa combina dos espectáculos naturales: el avistaje de ballenas y la observación estelar. Desde su observatorio astronómico se puede explorar el cielo patagónico y conocer, además, la cosmovisión astronómica del pueblo tehuelche.
– Las Tinajas (Valle del Río Hurtado, Chile)
Este enclave arqueológico propone caminatas nocturnas y sesiones de observación con telescopios, acompañadas de talleres de astrofotografía. Ideal para quienes quieren aprender a capturar el cielo en imágenes.
– Parque Nacional El Leoncito y Observatorio Cesco (San Juan, Argentina)
Con condiciones excepcionales para la observación astronómica, esta zona de San Juan ofrece visitas al Parque Nacional El Leoncito y al Observatorio Cesco, uno de los más destacados del país, libre de contaminación lumínica.
– Valle del Elqui (Chile)
Considerado la meca del astroturismo en Sudamérica, el Valle del Elqui alberga varios centros astronómicos con telescopios profesionales y guías especializados que explican el cielo desde la ciencia y la mitología. Incluye sesiones de astrofotografía digital.
– Cerro Buena Vista (Barra de Valizas, Uruguay)
Ubicado en el departamento de Rocha, este cerro ofrece vistas únicas del cielo nocturno y la Vía Láctea. Además, en ciertas noches se puede presenciar un fenómeno natural de bioluminiscencia en la costa.
– Villa Serrana y entorno del Observatorio Eta Carinae (Lavalleja, Uruguay)
Aunque el observatorio permanece cerrado, esta zona serrana sigue siendo ideal para observar el cielo en noches despejadas. Se organizan jornadas especiales de observación en sus alrededores, con guías y equipos disponibles.
Las propuestas seleccionadas por Civitatis se adaptan a todo tipo de viajeros: desde familias con niños hasta aficionados a la astronomía y fotógrafos en busca de cielos prístinos. En muchos casos, las actividades son guiadas por expertos y se acompañan con material didáctico o talleres prácticos.
“El cielo siempre fue un gran misterio y, hoy, gracias al astroturismo, puede ser también un motivo de viaje. Estas experiencias generan memorias duraderas, fomentan el cuidado del entorno natural y despiertan la curiosidad, sobre todo en las nuevas generaciones”, resume Nicolás Posse.