Luego de los zapatos, ahora los líquidos
Tras eliminar la obligación de quitarse los calzados en los controles de seguridad de los aeropuertos de los Estados Unidos, Washington evalúa permitir una mayor cantidad de líquidos en el equipaje de mano.
La experiencia de viajar en avión por Estados Unidos podría volverse más ágil en los próximos años. La secretaría de Seguridad Nacional, Kristi Noem, sugirió que la próxima gran modificación en los controles de seguridad aeroportuarios podría estar relacionada con los límites en el transporte de líquidos en el equipaje de mano.
Durante una reciente conferencia, la funcionaria afirmó que está “cuestionando todo lo que hace la TSA (Administración de Seguridad en el Transporte)” y mencionó específicamente las restricciones actuales sobre líquidos. “Puede que ese sea nuestro próximo gran anuncio. Tenemos un proceso de control en varias capas que nos permite hacer algunos cambios sin comprometer la seguridad”.
Aunque no brindó detalles concretos ni fechas, sus declaraciones abren la puerta a una posible revisión de una de las políticas más impopulares entre los pasajeros frecuentes desde hace casi dos décadas. Desde 2006, los viajeros deben llevar líquidos en envases de no más de 100 mililitros, dentro de una bolsa plástica resellable. Los líquidos en envases más grandes deben despacharse en el equipaje facturado. Existen excepciones para medicamentos y alimentos infantiles. Esta medida había sido implementada tras el frustrado intento de atentado con explosivos líquidos en vuelos hacia Estados Unidos en 2006. Esta medida dio lugar a debates sobre qué productos se consideran líquidos: la TSA mantiene una extensa lista con ejemplos, desde mantequilla de maní hasta yogures, todos sujetos al límite estipulado.
La eventual revisión de esta norma se suma a otra flexibilización anunciada recientemente. Desde el 8 de julio, los pasajeros ya no deben quitarse los zapatos al pasar por los controles de seguridad en los aeropuertos de Estados Unidos. Esa política también había sido implementada en 2006, tras el intento fallido del terrorista Richard Reid de hacer detonar bombas ocultas en las suelas de sus zapatillas, en 2001.
Kristi Noem también compartió su visión a largo plazo: “Espero que el futuro de los aeropuertos sea así: entrás con tu carry-on, pasás por un escáner y vas directo al avión. Todo en un minuto”. La funcionaria remarcó que la TSA ya cuenta con tecnología suficiente para lograrlo.