Cómo será el Túnel de Agua Negra
Con 14 kilómetros de extensión a más de 4.000 metros de altura, la obra transformará la conexión vial entre ambos países y se convertirá en un nuevo eje de integración regional.
Uno de los proyectos de infraestructura más ambiciosos de Latinoamérica vuelve a tomar impulso. Se trata del Túnel de Agua Negra, una obra binacional que atravesará la Cordillera de los Andes para unir Argentina y Chile “de forma permanente, segura y moderna”, según indican sus promotores. La iniciativa, que lleva años en estudio, podría convertirse en un nuevo hito de conectividad e integración regional.
El túnel tendrá 14 kilómetros de largo y se construirá a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar, atravesando el macizo andino entre la provincia argentina de San Juan (Departamento Iglesia) y la chilena Elqui, en la región de Coquimbo. Su nombre proviene del Paso de Agua Negra, un cruce fronterizo actualmente habilitado solo durante el verano, entre diciembre y abril, por las condiciones climáticas extremas que impone la nieve el resto del año.
Con la construcción del túnel, ese obstáculo natural dejará de ser un problema. El paso se convertirá en un corredor transitable todo el año, pensado tanto para el transporte de carga y mercancías como para el tránsito turístico y comercial, con un importante impacto económico para ambos países.
El debate sobre su concreción fue reactivado por el cónsul de Chile en San Juan, Mario Schiavone, quien aseguró que el proyecto “sigue firme” y que se trata de “una aspiración muy fuerte, que no se va a perder nunca”. Según detalló, del lado chileno ya comenzaron trabajos de mejora de accesos y ampliación de tramos de pavimento, a pesar de las dificultades geográficas de la zona. En la Argentina, las obras aún no han comenzado, pero las autoridades locales han manifestado su voluntad política de avanzar en cuanto las condiciones lo permitan.
Además de mejorar la conexión bilateral, el Túnel de Agua Negra es parte fundamental del Corredor Bioceánico Central, que tiene como objetivo unir los puertos del Atlántico con los del Pacífico, y facilitar el comercio con Asia. Por eso, no se trata solo de una obra vial, sino de una apuesta estratégica de desarrollo regional.
