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En Europa y USA, el MICE, en alerta roja

La industria de eventos se encuentra entre la espada y la pared: los programas de asistencia gubernamentales están a punto de expirar, pero los eventos no están ni cerca de su regreso. En la foto montaje realizado en una manifestación de trabajadores del sector en la ciudad de Berlín, donde se lee en el ataúd, “Industria de eventos” y en la alfombra roja “Somos importantes para el sistema”.

Ante esta apremiante realidad varias organizaciones de la industria lideraron protestas en Estados Unidos, Reino Unido y Portugal con miras a obtener apoyo de sus gobiernos. A pesar de algunas diferencias en las demandas, hay un mensaje claro que todos comparten: la crisis en la industria de eventos llegó a su máximo nivel de emergencia, equiparable a un “código rojo”, según manifestaron.

La premisa es: La industria de eventos no puede darse el lujo de continuar sin apoyo y la economía no puede permitirse perder la industria de eventos.

Según la European Exhibition Industry Alliance, los organizadores de exposiciones pronostican pérdidas financieras del 75% o más para 2020. A su vez, una encuesta reciente de la Meeting Industry Association (MIA) del Reino Unido indica que el 34% de los escenarios están reportando pérdidas que ascienden a más de 6 millones de dólares. MIA estima que un promedio del 38% de los empleados del lugar pierdan sus trabajos para fines de octubre, mientras que una encuesta de EventMB revela que casi el 20% de los planificadores de eventos globales consultados fueron despedidos o suspendidos en junio

Los expertos estiman que este tipo de caídas tendrán un gran impacto en la economía mundial en caso de que no se controlen. Un estudio del Events Industry Council en 2018 encontró que los eventos comerciales, por sí solos, representaron 2.5 billones de dólares en gastos directos e indirectos en todo el mundo. El mismo estudio atribuyó 26 millones de puestos de trabajo a la industria.

Código rojo: la industria de eventos se moviliza

Así las cosas, una línea de acción clave es asegurar más fondos gubernamentales y para ello las protestas y movilizaciones resultan fundamentales. El mejor simbolismo no puede ser otro que el código rojo o alerta roja.

En Estados Unidos, la Coalición de Eventos en Vivo (LEC) ha organizado seis ‘activaciones’ además de varios mítines en las principales ciudades para crear conciencia y reunir firmas para la petición “Paquete de ayuda federal Covid-19 para la industria de eventos en vivo”. Dos de las activaciones más destacadas, una en Times Square de Nueva York y la otra en el National Mall de Washington DC, se basaron en el concepto de “eventos vacíos”: se exhibieron 48 mesas vacías; cada mesa representaba 250 mil trabajadores de la industria de eventos que verán desaparecer sus carreras de toda un vida en un periodo de seis meses. Son 12 millones de personas.

Igualmente, en el Reino Unido, el movimiento Red Alert #WeMakeEvents cubrió de luz roja los exteriores de múltiples escenarios de eventos. Los trabajadores se alinearon a lo largo del río Támesis con luces rojas intermitentes desde sus teléfonos. Activaciones similares se vieron en Portugal, pero también en Eslovenia y Países Bajos.

El movimiento Red Alert también está ganando impulso en Estados Unidos. Cerca de 1.500 lugares en las principales ciudades estadounidenses proyectaron una luz roja en los exteriores de sus edificios el 1º de septiembre, el mismo día en que estrenaron la web del movimiento.

Las ayudas y la falsa reapertura

Poco después de las protestas en el Reino Unido, el primer ministro Boris Johnson anunció cierta relajación de las restricciones en los eventos en vivo, pero esta no es en manera alguna la solicitud unánime de la industria.

Se ha comprobado ya que los eventos con capacidad reducida pensados para mantener el distanciamiento social simplemente no son rentables. Y lo serán menos con la percepción de alto riesgo que tiene el público hacia ellos.

En lugar de una reapertura, la comunidad de eventos está pidiendo la prolongación y expansión de licencias especiales, seguro de desempleo y planes de asistencia comercial que se implementaron durante el cierre. Otras solicitudes incluyen exenciones de impuestos y programas de capacitación.

Según lo expertos, es muy pronto aún para decir qué efecto tendrán las recientes protestas en las políticas públicas, pero eso también significa que es importante seguir presionando para lograr una mayor conciencia. Todavía hay tiempo para influir en la agenda.

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